Sigo la marcha. De Bagà a Bellver de Cerdanya
24 km.
Como siempre, me levanto temprano y empiezo la ruta a primera hora.
Bagà no parece la misma ciudad de ayer. Todo lo que anoche era bullicio fiesta y jolgorio, ahora es paz y tranquilidad.
En estos días, muchas de las poblaciones que estoy visitando celebran fiestas medievales, en conmemoración de los cátaros. Mercados, artesanía, talleres, exhibiciones, gastronomía, desfiles, luchas.... una amplia muestra de todo lo relacionado con els Bons Homes y su época en forma de espectáculos.
Realmente muy recomendable de ver.
Pero en esta ocasión, si quiero estar bien por la mañana y con fuerzas para seguir afrontando lo que me queda de camino, tengo que pasar por alto estas celebraciones y retirarme a descansar temprano.
De todas maneras, me lo apunto para otra ocasión.
Un día radiante de buena mañana |
Cruzo la población y me dirijo al inicio de la etapa de hoy.
Durante unos tres kilómetros y medio, el trayecto se hace por una carretera. El ascenso es moderado, pero al ser asfalto se avanza con rapidez.
Paso por Rigoréixer y Gréixer, dos núcleos de población diminutos, con apenas media docena de casas en cada uno de ellos.
Estoy bordeando el río de Gréixer, que forma un estrecho valle rodeado de montañas de mediana altura cortadas por numerosos torrentes. Me llaman la atención un par de largos viaductos que se han construido para que la carretera que se dirige al túnel del Cadí salve estos obstáculos con facilidad.
Pasado Gréixer abandono la carretera y me adentro en el bosque por una pista forestal. Su estado es bueno, pero gana altura rápidamente, con lo que la subida es fuerte.
El bosque cambia a mi alrededor según la altura a la que me encuentro. Arranco del casi el lecho del río, con su vegetación típica de ribera. Sigo por pinos, robles y un espectacular hayedo con árboles enormes, y acabo la subida en el coll d'Escriu, rodeada de abetos.
Preciosos hayedos... |
Aquí, cómo en otras ocasiones, tengo dos opciones. Iniciar el descenso por pista forestal o hacerlo por un estrecho sendero que parece desplomarse casi en vertical ladera abajo.
La pista es de uso obligado para caballos y bicicletas, y yo elijo el sendero.
Después de tanta carretera y tanta pista se agradece el sendero.
De nuevo me enfrento a un desnivel de vértigo. En pequeños zig-zag, parece tener prisa por llegar a abajo, y a esto hay que añadirle que está lleno de grandes piedras, raíces y agujeros producidos por el efecto del agua. Toca mucha precaución para no resbalar y torcerse un pie.
En pocos minutos me cruzo con la pista que abandoné. Ahora planeo suavemente, por zona despejada, para descansar un poco los pies y las piernas, hasta Escriu, donde hay una casa.
Y de vuelta a subir. Un nuevo sendero se adentra en el bosque e inicia una fuerte subida. Dos kilómetros para el coll de Pendís.
Escriu |
Rápidamente vuelvo a ganar altura. Llego al refugio Sant Jordi donde hago una parada para repostar agua en la Font del Faig. El día es soleado, hace calor, y el agua de mi botella parece evaporarse. Por ello aprovecho todas las fuentes que encuentro a mi paso para hidratarme a gusto y repostar.
Tras una breve pausa para no enfriar demasiado las piernas, sigo adelante. Me quedan apenas ochocientos metros para alcanzar el coll de Pendís, el punto mas alto de la etapa de hoy. Pero hay que sudarlos. La subida es muy fuerte y parece no acabar nunca. A veces tengo la sensación de que lo voy a pasar de largo y voy a llegar a las nubes.... Pero al fin lo alcanzo.
Coll de Pendís |
Un poco cansada. Con estos desniveles y el peso de la mochila a mi espalda, mis pies y mis piernas empiezan a quejarse.
Pero la idea de que a partir de aquí y hasta Bellver todo será descenso, me impulsa y me anima.
Y claro, no podía ser de otra manera. Otro descenso de vértigo por un sendero que, por suerte, no está en tan mal estado como otros.
Alterno senderos y pistas forestales, siempre en fuerte descenso y paso por el refugio de l'Ingla.
De nuevo los bosques se diversifican a medida que voy descendiendo.
Los prados rodean el coll de Pendís, le siguen los abetos, y mas abajo grandes bosques de pinos.
Que por cierto, en estos grandes pinares están haciendo limpieza y cortando árboles. Para ello, amontonan los troncos en los claros y abren montones de pistas nuevas para poder acceder con las máquinas y camiones a todas partes. ¿El problema? Pues que se han perdido las señales del GR y es muy difícil no equivocarse de pista.
Y como yo no puedo ser menos, también me desoriento y tengo que retroceder en un par de ocasiones. Hasta que acabo preguntando a los operarios y me indican el camino correcto.
Sigo alternando con senderos en fuerte descenso, hasta que llego a una ancha pista forestal en que se suaviza bastante.
Ya tengo Bellver casi a tocar. Ha sido una jornada bastante dura, pero la hermosura de los paisajes, los constantes contrastes, los cambios en la vegetación a medida que ascendía o descendía y el placer de descubrir tanta belleza me hacen sentir genial.
Cansada, pero muy, muy contenta.
Ya sólo me separan unos cinco kilómeptros de Bellver de Cerdanya.
Llego a Sant Serni y la pista se convierte en carretera asfaltada.
Un par de pequeños núcleos de población, Coborriu y Talló, y llego a Bellver de Cerdanya.
Talló |
Una preciosa población donde puedo repostar provisiones, deleitarme en sus plazoletas y callejones, y ya buscar el albergue de turno y retirarme a descansar.
De momento, todo está saliendo como lo había previsto. Se cumplen las etapas, el buen tiempo me acompaña y me siento genial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Agradeceré cualquier comentario