Sigo adelante con mi camino. Esta será la tercera etapa.
Hoy caminaré desde Gósol hasta Bagà.
24 km.
Tras hacerme ayer el Pedraforca, hoy sigo la ruta del Camí dels Bons Homes.
No me siento en absoluto cansada, y ya no me molesta el peso de la mochila. Es sorprendente lo rápido que se acostumbra el cuerpo humano.
Esta es una etapa bastante larga, pero de escasa dificultad, puesto que en su mayor parte se camina por una cómoda pista forestal. Además, los parajes que atravieso y las vistas son de una belleza extraordinaria.
Empiezo la jornada temprano. A las siete abandono el albergue y empiezo la ruta.
Voy a comentar una curiosidad. En el albergue donde me he alojado estas dos noches, el Molí de Gósol, a pesar de que es una maravilla, no había nadie. Sólo la primera noche había un chico que como yo hacía el Camí dels Bons Homes y la segunda noche tuve el albergue para mi solita. Esto me permitió romper la monotonía de mi soledad y charlar un rato con el chico que lo lleva, puesto que me acompañó en la cena. Una bonita velada...
Pero, vamos a lo que toca, la etapa de hoy. Empiezo con un bonito sendero, un poco pedregoso y en pendiente ascendente, entre pinos y abetos. Estoy rodeando la Serra de la Portella.
No tardo mucho en salir de la zona boscosa Y me veo rodeada de grandes prados.
En el primero de ellos encuentro la Font Ferrers, que forma parte de una amplia zona de pic-nic.
Sigo por sendero, con pequeños sube y baja y ascendiendo, y un poco más adelante llego a la Font de la Roca. Parece ser que, al menos agua, no me va a faltar. Y hoy es un día que estas fuentes me vienen de perlas para ir repostando líquido elemento. Hace un día radiante y el sol calienta con ganas. Además, desde que he salido de la zona boscosa, las sombras brillan por su ausencia. No olvido protegerme del sol. Gorra todo el camino y que no falte la crema solar de alta protección. A estas alturas el sol es muy peligroso...
Sigo ascendiendo, aunque en suave pendiente.
A partir del Collell se abre ante mis ojos una impresionante vista del Parc Natural del Cadí - Moixeró. Desde esta distancia, impresiona. Puedo distinguir sus pliegues y sus ondulaciones. Parece como si se pudiera tocar con sólo extender un dedo...
Y para que siga el espectáculo, entre el coll de les Bassotes y el coll de Torn, una espléndida vista de la cara norte del Massís del Pedraforca.
Se distingue perfectamente el Pollegó Superior, que tuve la suerte de conquistar ayer, y los tres cerros precedentes por los que tuve que trepar para acceder a él.
También puedo distinguir con claridad el Calderer, la tercera de las tres importantes cimas que componen este macizo montañoso. Todo un festival para los sentidos.
Cuesta mucho sobreponerse a tan fantástica visión, sobretodo si es la primera vez que se recorren estos maravillosos parajes. Me siento en las nubes, arropada por la majestuosidad de estas dos grandes formaciones montañosas.
Ahora llego a una ancha y cómoda pista forestal, rodeada de inmensos prados, que conduce directamente hasta Bagà.
Entre el Collell y el coll de la Balma encuentro enormes rebaños de vacas. Parece que pacen tranquilamente por esos verdes prados de tierna hierba, peeeeero.... Por sus miradas percibo una cierta hostilidad por su parte.
Están por todas partes e invaden la pista forestal. En general, no tendrían que ser agresivas. Suelen apartarse cuando alguien se les acerca. El problema viene cuando están acompañadas de sus crías. En estos casos es mejor que sea el viajero el que de un rodeo y las evite, sobretodo cuando las mamas vacas empiezan a cavar con las patas delanteras. Este es un signo evidente de ataque. Es como si estuvieran diciendo: "Te apartas, o te aparto..."
Otra curiosidad.
En algunos puntos vi unos letreros en los que decía: "Rebaño vigilado por perros. No acercarse."
A los perros no los he visto por ningún lado. Ni falta que me ha hecho. Ni se me hubiera pasado por la cabeza acercarme al rebaño. Mas bien rezaba para que el rebaño no se acercara a mi...
A parte de un par de encuentros en el camino con mamas vacas e hijos, en los que rápidamente me desvío y procuro pasar lo más desapercibida posible, no tengo más problemas con ellas.
Sigo embelesada con los fantásticos paisajes que se abren ante mí a cada recodo del camino.
A partir del coll de Torn se inicia el descenso hacia Bagà. A pesar de ser bastante acusado, hace de muy buen andar, pues la pista es ancha y muy plana.
Poco a poco van desapareciendo los prados y de nuevo me veo envuelta por bosques de abetos primero, y de pinos a medida que voy descendiendo.
Al llegar al coll de la Bena, y para no tener que transitar tanto rato por pista forestal, se ha habilitado un sendero que transcurre entre húmedos bosques y pequeños riachuelos, acortando el largo trazado de la pista forestal. En algunos puntos descubro fresas salvajes, de las que no dudo comer algunas. ¡Están buenísimas!
Frescos senderos que me ofrecen un respiro del fuerte calor. |
De nuevo por pista, y a unos cinco kilómetros de Bagà, llego a Sant Martí del Puig y a la Font Nostra.
En este punto encuentro el PR 125 y hay la opción de subir directamente al refugio de sant Jordi, por Els Empedrats, dirección Bellver de Cerdanya, y sin pasar por Bagà.
Pero mi decisión es recorrer la ruta al completo, sin atajos, y visitando esas poblaciones que tanto tuvieron que ver con los cátaros.
Además, me permite descubrir que Bagà es una preciosa ciudad medieval llena de preciosos rincones.
Otra jornada que toca a su fin.
Busco alojamiento, doy una vuelta por la población, que está de fiestas celebrando espectáculos medievales relacionados con el catarismo, y me retiro temprano a descansar.
Mañana me espera una etapa un poco dura. Tengo que llegar a Bellver de Cerdanya y ascender por el coll de Pendís.
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