Por fin llegó el tan esperado día.
Hoy hago la primera etapa, Berga - Peguera.
17 km.
Lo he preparado y planificado todo concienzudamente. La gran incógnita es si las cosas van a salir según lo previsto o si me voy a encontrar con demasiados problemas o incidentes. A veces me asusta un poco mi falta de experiencia en este tipo de rutas, y además en solitario. Pero me encanta ese toque de aventura e ir solucionando los pequeños contratiempos a base de ingenio.
El punto de partida es la ciudad de Berga. Puesto que tengo pensado volver en bus, dejo el coche aparcado no muy lejos de la estación de autobuses. Cargo la mochila sobre mi espalda, la ajusto bien, y... a caminar!
Son las nueve de la mañana y me dirijo a la zona alta de la ciudad.
Vista de la ciudad de Berga. |
Está muy bien indicado. Es imposible perderse.
Llego a una masía y encuentro el inicio del sendero que sube hasta el Santuario de Santa María de Queralt.
Primera sorpresa. Tengo dos opciones para subir al santuario:
-Un sendero de 2'2 km que serpentea por la umbría de la montaña y que cruza varias veces la carretera.
-Otro sendero, de 1'1 km, mucho más directo, que pasa por tres capillas y que me aseguran que es el tradicional.
Yo escojo el más corto, el tradicional, y que es el más empinado. Es casi cómo subir la montaña en vertical, todo a base de escaleras.
Pero el esfuerzo merece la pena. Me cruzo con tres pequeñas capillas, y a medida que voy ganando altura el paisaje gana en belleza.
Tras el corto pero agotador trayecto, llego a la plaza - mirador del santuario de Queralt.
Las vistas son maravillosas.
Visito el santuario y la cova de la Troballa, un pequeño edificio modernista y que es el sitio donde supuestamente un buey encontró la imagen de la Virgen.
Por cierto, ¿conocéis la leyenda de la Troballa?
Según una antiquísima tradición, los rebaños y las vacadas de Vilaformiu solían pastar por las solanas de Campmaurí y laderas de Queralt. Un día el pastor vio como uno de los toros subía cuesta arriba con una desazón totalmente incomprensible. No lo pudo atrapar hasta la mitad del risco del Castell Berguedà (nombre con que se conoce al pico más alto de la sierra). Al llegar, con gran sorpresa vio al toro arrodillado ante una pequeña imagen de la Virgen medio escondida.
La cogió, lo envolvió con su capucha y, recogiendo los rebaños, se volvió a su casa. Cuando quiso enseñar la imagen, ésta había desaparecido. Al día siguiente la encontró en el mismo lugar. Nuevamente se la llevó y otra vez desapareció de su envoltorio. La gente de Vilaformiu decidió subir hasta aquel lugar y vieron la imagen escondida en una brecha de la roca a la sombra de un cerezo que había florecido fuera de tiempo. A partir de ese momento entendieron que la imagen quería ser venerada en ese mismo lugar.
Bonita leyenda.
Justo a los pies de la escalera de acceso a este pequeño edificio se encuentra el inicio del Camí dels Bons Homes. Bien, allá vamos.
Empiezo a caminar por el sendero que se adentra en el bosque, y a los pocos metros descubro la Font de la Vedella, o del Bou. Nace entre dos grandes rocas, y mana de la cabeza de un buey. En este lugar hay mesas y bancos, ideal para pic-nic.
Sigo por el sendero, en algunos tramos muy emboscado entre pinos y matorrales, transito por las calles de una urbanización, y voy ascendiendo hasta llegar al pequeño pueblo de Espinalbet y, en fuerte subida, al Santuario de la Mare de Déu de Corbera. Este santuario se encuentra pegado a una pared rocosa, presidiendo un gran prado rodeado de pinos.
Sigo por una continuada sucesión de ascensos y descensos y paso frente a Casanova de les Garrigues. Es un conjunto de edificaciones donde se ofrece alojamiento y se organizan diversas actividades como rutas a caballo, excursiones o parapente.
Las anchas pistas forestales se alternan con estrechos senderos, y los bosques de pinos, con hayedos y prados, según la altura a la que me encuentre.
Desde los puntos más elevados puedo admirar maravillosas vistas sobre el valle del rio Peguera y els Rasos de Peguera.
Un entorno precioso.
Tras ascender por la ladera de una montaña en zig-zag, llego a la parte más alta y empiezo a encontrar algunos restos de antiguas construcciones. Son las instalaciones del antiguo ferrocarril. El camino sigue el antiguo trazado del tren, sin las vías, y pasa por un túnel de unos 60/70 metros, bastante oscuro y lleno de charcos. Nos encontramos cerca de Peguera, antiguo pueblo minero ahora abandonado y en ruinas.
Antes de llegar al pueblo está la Font de Cal Coix, una típica construcción de los pueblos de montaña con un lavadero.
Font de Cal Coix |
Y por fin, a 500 metros, en un prado elevado y bajo un gran risco, las casas en ruinas de Peguera.
Este es el final de mi primera etapa. No hay nada habitable, está abandonado. Bueno, sólo una casa ha sido restaurada pero está completamente cerrada.
Doy una vuelta por el lugar, inspecciono las ruinas de los edificios y encuentro uno que conserva una parte del tejado. Me hago un hueco entre los escombros y me preparo para pasar la noche, arropada con el saco de dormir, el canto de los pájaros y el sonar de los cencerros de las vacas que pastan por el prado.
Un sitio genial, lejos de toda zona habitada y rebosante de paz y tranquilidad.
Hay la opción de desviarse hasta el pueblo de Fumanya desde Peguera, donde hay alojamiento. O llamar y que te vengan a buscar con un coche. Pero yo prefiero la tranquilidad de este idílico lugar, aunque carezca de comodidades.
He finalizado la primera etapa. No muy larga, pero repleta de rincones maravillosos.
El camino está muy bien señalizado con las marcas blancas y rojas de GR y es muy fácil de seguir. No he tenido ninguna complicación.
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