Fecha de realización de la salida: 22 de febrero de 2014
Caminantes: Francisco Rodriguez Martínez (mi hijo) y yo.
Distancia recorrida: 9,80 km.
Dificultad: Media. Hay que descender y volver a ascender por dos canales en fuerte desnivel.
Santuario de la Mare de Déu del Far |
Aparcamos el coche en el aparcamiento que hay junto al Santuario de la Mare de Déu del Far.
El día es radiante y empezamos con las espectaculares vistas que se pueden contemplar desde el mirador que se encuentra el la punta de este imponente risco.
Espectacular.
Las vistas son espectaculares. |
Una ojeada rápida, ya nos entretendremos al final cuando regresemos, y empezamos la ruta.
Volvemos al aparcamiento y, de espaldas al santuario como si volviéramos a la carretera, a los pocos metros encontramos una puerta en la valla que debemos atravesar. No nos olvidemos nunca de cerrar ese tipo de puertas. Son para evitar que se escape el ganado.
El camino parece un poco confuso pero es muy fácil de seguir si nos guiamos por las marcas blancas que están en los árboles y las piedras y que nos acompañarán hasta el grau de Cabrefiga.
Empezamos pasando por un bosque y pronto el camino nos vuelve a acercar al borde del precipicio.
Las vistas dels Cingles de Tavertet son impresionantes.
Este peñasco es "La Trona" Un mirador excepcional. |
En pocos minutos llegamos a una especie de saliente rocoso, una especie de balconada, denominado la Trona y que hace de mirador. Subidos a este peñasco, no apto para personas con vértigo ni miedosos, por cierto, tenemos una espléndida panorámica de todo el entorno. El valle del Ter, el valle de Fornils, las altas paredes rocosas de les Cingleres de Tavertet... Mucho que ver y admirar, pero hay que seguir.
Una buena visión de los riscos. |
Seguimos el sendero que pronto deja de ir por la parte más alta para descender un poco e ir resiguiendo la pared del risco por un estrecho caminito, con cuidado de no despeñarnos por el precipicio que nos queda a la izquierda Ahora caminamos bajo la sombra de los árboles, hasta llegar a la entrada de un gran prado.
Una Capilla en un entrante de la roca |
En este punto hay que girar a la izquierda e iniciar el descenso por el grau de Cabrefiga. La entrada de este camino puede estar un poco oculta con ramas. Lo hacen para que no se meta el ganado y se despeñe. Pero no es difícil de encontrar.
El descenso se realiza entre encinas y esquivando o saltando grandes piedras, salvando un fuerte desnivel. Como las cabras, vamos....
Vamos bajandoooo!!!! |
Es un descenso fuerte, bastante fuerte diria yo... pero creo que nada del otro mundo... Se puede hacer.
No hay que llegar hasta abajo del todo. Bajamos sólo unos 200 metros y desembocamos en una pista. Cuando llegamos a un claro en el que hay una gran piedra y los restos de una hoguera, giramos a la izquierda y tomamos la pista forestal que parte de allí en suave descenso.
Cuando llegamos a esta roca, giro a la izquierda. |
Esto ya es otra cosa. A partir de aquí transitaremos todo el rato por pista forestal, hasta el momento de volver a ascender al Far.
Seguimos por la pista y llegamos a una valla que atravesamos por una gran puerta metálica.
Durante todo el trayecto no podemos dejar de admirar la belleza y la majestuosidad de los grandes riscos que se elevan sobre nuestras cabezas, altivos y majestuosos...
¡Y pensar que hace sólo unos minutos estábamos transitando por allá arriba!
Hace unos minutos estábamos arriba... |
Seguimos avanzando y llegamos a una masía en ruinas. Es la casa de Puiggalí, situada en un privilegiado entorno, sobre un pequeño cerro y a los pies de la Cinglera del Far.
Este es un bonito lugar para comer un poco y recuperar fuerzas. Las necesitaremos...
La casa en ruinas de Puiggali |
Seguimos por la pista y empezamos a divisar la iglesia de Sant Martí Sacalm. Estamos en el Coll de Sant Martí.
Desde aquí abajo, la perspectiva del Cingle del Far es impresionante. Una maravillosa vista de su inconfundible forma de proa, como si desafiara a los siete mares...
Belleza en estado puro... |
Dejamos Sant Martí Sacalm a nuestra derecha, la visitaré en otra ocasión, y llegamos hasta un palo indicador que nos dirige hacia el camino de ascenso.
Mi hijo me mira mal y me pregunta si de verdad hay que subir "aquello"... Creo que no he valorado su poca forma física... y no lo ve muy claro. Tendré que tirar de él...
Hacemos una nueva pausa para tomar aliento e iniciamos el ascenso por el Grau de Santa Anna.
Seguimos la pista que va hacia la izquierda y empezamos a ascender suavemente a la vez que nos adentramos en el bosque de encinas.
Una nueva bifurcación. Dejamos la pista y seguimos un camino ancho a la izquierda, lleno de hierbas y matojos.
Poco a poco vamos remontando y ganando altura, siguiendo unas marcas rojas que nos acompañarán hasta arriba.
Vamos subiendoooo!!!! |
Un poco más adelante encontramos un sendero indicado con una marca blanca sobre una piedra. Lo seguimos e iniciamos el último tramo en fuerte ascenso, superando grandes piedras y trepando como podemos, hasta llegar de nuevo a la carretera de acceso al Santuario del Far.
Volvemos al Santuario y ahora sí nos deleitamos con las espectaculares vista que, en un día claro como hoy, se pueden admirar desde este privilegiado punto.
No podemos dejar de admirar las vistas... |
Mi hijo está KO. Se merece un descanso. No sé yo si podré convencerle de que me acompañe en alguna otra salida...
Por mi parte ha valido la pena el esfuerzo, aunque no es tanto con un mínimo de forma física.
Me he sentido insignificante ante la grandiosidad de estas inmensas paredes rocosas.
Deseando volver para descubrir nuevos rincones...
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