Recorrido: 12,7 km.
Caminantes: yo misma.
Esta ruta me la recomendó un amigo, y acertó de pleno.
Resultó fantástica para descubrir rincones de gran belleza, combinados con interesantes pasajes de nuestra historia y alguna que otra leyenda.
La niebla se levanta en seguida y las vistas son espléndidas |
Empiezo en el pequeño pueblo de Hostalets d'en Bas, catalogado conjunto histórico artístico.
El día ha amanecido un poco nublado y una fina capa de niebla me hacen desistir de hacer fotos del pueblo a primera hora. Ya habrá tiempo cuando acabe la ruta.
Tomo un café en la calle Teixeda y sin perder tiempo, a las nueve, empiezo a caminar.
Siguiendo los indicadores, salgo del pueblo por la izquierda, por la carretera de la Parcelaria, en dirección al Molí d'Aubert.
El Molí d'Aubert |
Paso el antiguo molino y a unos 500 metros está la masía Aubert. En este punto, a la derecha, nace el sendero que tengo que coger y que coincide con el Camí Ral de Vic a Olot y con el Camí de Sant Jaume Català. Un camino histórico.
Pero antes de tomar este sendero, dedico unos minutos a admirar esta preciosa masía, enmarcada de excepcionales vistas con el Pla d'Ayats de telón de fondo, y un poco más adelante diviso una ermita que no dudo en ir a visitar.
Masía Aubert. |
Se trata de la ermita de Sant Simplici, situada un poco elevada junto a la carretera. Su belleza hace que valga la pena desviarse para verla.
Ermita de sant Simplici. |
Vuelvo sobre mis pasos hasta el inicio del sendero, dejo el asfalto y me dirijo al Molí Vell. Un lugar encantador.
Molí Vell |
Pasadas los edificios giro a la izquierda, paso por delante de l'Esquirol (casa rural), y enseguida giro a la derecha.
Empieza el ascenso. Dejo atrás campos y pastos y me adentro en bosques de encinas, robles y hayas.
Los márgenes del sendero y las piedras están cubiertos de verde musgo. La sensación de ser transportada a un mundo mágico me invade.
Preciosos senderos. |
Gano altura rápidamente, en zig-zag, hasta el Pixador dels Matxos (traducción literal: "meadero de los machos.").
Pronto el camino empieza a ser empedrado con grandes piedras planas, hasta la Font de les Marrades.
Este lugar invita a hacer una breve pausa y disfrutar de la belleza del entorno.
Font de les Marrades |
Una gran poza, construida con bloques de piedra, recoge el agua que brota de la montaña y la canaliza a un pequeño abrevadero. Preside la fuente un belén, dos grupos de imágenes talladas en madera que son una maravilla.
Un original belén tallado en madera. |
A partir de la fuente, el camino inicia un tramo espectacular, con "les Marrades del Grau d'Olot"
"Marrades" son esos tramos en zig-zag que facilitan el ascenso en desniveles muy fuertes.
Este tramo de camino es una auténtica obre de ingeniería del siglo XVII, que conserva parte del empedrado original y en el que aún puedo ver restos de los muros de contención que han evitado que se venga abajo. Asciende en zig-zag muy marcado para salvar el fuerte desnivel del Grau d'Olot.
Esta vía de comunicación se hizo imprescindible para los comerciantes de la zona. La usaron militares, reyes, bandoleros y también peregrinos, puesto que coincide con el Camino de Santiago Catalán.
El suelo aun conserva parte del pavimento original |
En todo este camino se respira historia, leyendas y sensaciones imposibles de describir.
Poco antes de llegar arriba, un indicador señala un desvío y un punto de interés: la Mina dels Bandolers.
Tomo el desvío, y un estrecho sendero me conduce a un curioso lugar.
Cruzo un torrente y paso por un trecho flanqueado por una alta pared de piedra, pero al rodearla, se desvela el secreto. El alto muro esconde un pasadizo natural, de unos 70 metros de largo, 1'5 de ancho, y casi 4 de alto. Las paredes están cubiertas de musgo y me invade una sensación sobrecogedora.
La Mina dels Bandolers. |
En realidad es una formación natural muy frecuente en esta zona, y también tiene su historia.
Este refugio fue utilizado por una panda de bandoleros para sus asaltos. Las autoridades y los campesinos organizaron batidas para encontrarlos, pero los asaltantes parecían desvanecerse en el aire. Pasó mucho tiempo, hasta que se descubrió que una pastora tenía amistad con ellos y les informaba de todo lo que pasaba. Hicieron hablar a la pastora, que explicó el secreto y donde se escondían los bandoleros. Así pudieron cazarlos, si no a todos, a algunos de ellos. Sin manías fueron colgados de una de las gruesas vigas del comedor del Hostal del Grau, a la que desde entonces se la conoce como "la viga dels penjats."
Una historia escalofriante.
Vuelvo de nuevo al camino y en pocos momentos llego arriba, justo al Hostal del Grau. No me puedo acercar, ahora está dedicado a turismo rural y me tengo que conformar con verlo a través de la valla.
Hostal del Grau d'Olot |
Cruzo un precioso bosque de robles y un poco más adelante encuentro el Pont de l'Hostalot y, ya por pista asfaltada, la masía Pujolriu.
El día se ha aclarado y las vistas son espléndidas.
Masía de Pujolriu. |
Pasada esta masía me desvío por un sendero que nace a la derecha y me lleva por grandes prados en los que pasta un gran rebaño de ovejas. Hay grandes robles dispersos que me proporcionan un buen sitio para parar y recuperar fuerzas con la comida.
Buena compañía. |
Con las pilas cargadas, toca buscar el punto por donde iniciar el descenso. No es fácil de encontrar, me salva el GPS, pero lo localizo e inicio el descenso por el Grau de la Portellera.
En pocos metros llego a la riera de Falgars, que no perderé de vista en todo el descenso. Lo primero que me sorprende es la cantidad de agua que lleva y un par de preciosos saltos de agua, cosa muy normal este verano de abundantes lluvias. Empiezo a bajar por la riera, entre grandes rocas y no tardo en llegar a la Portellera.
El sitio es sorprendente. Ante mis ojos tengo un muro, no muy alto visto desde arriba, con una puerta de madera cerrada con un pestillo por la que tengo que pasar.
La Portellera. No parece gran cosa vista desde arriba. |
Paso por la puerta y descubro que el muro en cuestión, a causa del fuerte desnivel, tiene unos seis metros de altura. Rodeada por un hayedo de grandes árboles, percibo que éste sitio es casi mágico. Y como no, con su propia historia.
Pero la cosa cambia vista desde abajo. |
No se conoce muy bien la finalidad de este gran muro, pero podría haber sido la esclusa de alguna presa para algún antiguo molino. Aunque también pudo haber sido un muro de defensa para cerrar el paso. Se dice que se construyó para tratar de evitar la entrada de los franceses en el valle.
El entorno es encantador. La riera forma pequeños saltos de agua de gran belleza y el tupido bosque conserva un ambiente húmedo, con musgo y helechos que crecen por todas partes.
Desciendo un poco más y llego a la Font de la Portellera, donde el agua ha formado pequeñas pozas.
Font de la Portellera. |
Por la riera o a través del bosque, llego al final del descenso. El camino se suaviza y paso por la Llobatera, una gran masía rodeada de pastos. Desde aquí una pista forestal me lleva de nuevo a la carretera de la Parcelaria y de regreso a Hostalets d'en Bas.
Dejé las fotos del pueblo para el final porque a primera hora había niebla. Pero ahora lo que hay es una gran tormenta sobre mi cabeza.
Una fuerte tormenta se acerca a toda velocidad. |
Aprieto el paso y tengo el tiempo justo de hacer unas cuantas fotos antes de que empiece a llover. Me salvado por los pelos.
Iglesia de Santa María |
Calle Teixeda |
Me faltan las palabras para describir todos los encantos de esta ruta.
Hay que hacerla para vivir la magia y la belleza de un entorno encantador. Hay que caminar por esos caminos para sentir que estamos pisando pequeños lugares con grandes historias.
Una ruta fascinante.
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